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31/08/2007

El tole tole en la política: dimes y diretes sobre izquierdas y derechas
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POR FELIPE GONZALEZEn estos tiempos de la Revolución en la Era Light, como agudamente destaca un cronista en otra nota de esta tribuna, una idea se yergue con especial arrogancia y pedantería: la antinomia derecha – izquierda ya no define nada y no interpela a nadie. Uno podría percibir en esta idea cierta solidaridad con la creciente valoración de la “apolítica”. Es indiscutible que esta cotización en alza de las acciones del discurso “apolítico” se da en el marco de una pérdida de legitimidad y caída de la valoración de la Política como herramienta de cambio. Que hoy, alguien que sostiene que la solución a la pobreza consiste en más cárceles, pueda decirse de centro y apolítico sólo puede existir cuando la Política con P mayúscula ha desaparecido del terreno de discusión. Del otro lado, para reivindicarse de izquierda (y hasta de verdadera izquierda denostando otras posturas) parece que sólo hace falta tocar de oído algunas internas de la izquierda, anécdotas de los 70, cierta fraseología propia de la militancia y repetir viejas fórmulas que, como decía Galeano, distan tanto de la revolución como la pornografía del erotismo. Esta nueva semántica y palabrería confusa sólo puede tener lugar cuando las identidades políticas están definidas por nimiedades, cuestiones de retórica y puestas en escena; cuando en torno a los grandes temas, que deberían discutirse y configurar las identidades políticas, impera el más ignominioso silencio.tole.(Del lat. tolle, quita, imper. de tollĕre, por alus. a las palabras tolle eum, con que los judíos excitaban a Pilatos a que crucificara a Jesús).1. m. Confusión y gritería popular. U. m. repetido.El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la carne, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos: el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.Bertolt BrechtIntroducciónEn la actualidad ocurren dos cosas, solidarias entre sí: en primer lugar se despolitizan los temas estratégicos que condicionan el desarrollo y destino de la Nación y sus habitantes hablando de “apolítica” y posturas “de centro” o tecnificando al extremo (con la administración por sobre la Política) toda discusión sobre los mismos; en segundo lugar cuando se logra la discusión Política sólo es política y se centra en cuestiones circunstanciales (como las técnicas o las individualidades). Una editorial reciente del diario La Nación habla de un Presidente que desempolva “vetustas antinomias” cuando se lanza contra el campo y la Sociedad Rural Argentina. Pareciera ser que eximir a las exportaciones agrícolas de retenciones es mero sentido común y no una decisión política. Al mismo tiempo pegar algunos gritos contra la SRA o retirar a un funcionario de la misma pareciera ser la apoteosis de la política o el máximo indicador de que hablamos de un gobierno con intenciones profundas de cambio. Hoy la política, la que se aplaude o se condena, está centrada en las palabras, en los discursos, en la fraseología sin correlato alguno en los procesos realmente trascendentes. Los que defienden al Presidente lo defienden por sus aguerridos discursos contra los sectores del pasado y los que lo atacan lo hacen por lo exaltado y contestatario de sus discursos. El criterio en común es que ambos defienden y atacan a un Presidente, a su persona y no a una Política, a un proyecto; a palabras y símbolos y no a realidades concretas que hagan carne esos símbolos. Ambos pecan del mismo error estratégico, con la espalda contra las cuerdas dejan que la agenda política la defina el Presidente y en torno a cuestiones secundarias y/o meramente discursivas que poco cambian la realidad que se vive cotidianamente. Se centran las críticas y ataques en torno personalidades, se reduce la cuestión a términos casi psicológicos o giran en torno a la voluntad de un funcionario para llevar adelante un cambio significativo en las Políticas de Estado, como si ese tipo de cuestiones se resolviesen en función de individualidades. Mientras tanto las grandes discusiones pendientes que deberían ser el eje central de discusión permanecen como escenografía o hacen mutis por el foro ante una audiencia distraída por las morisquetas de un mal actorLa hegemonía tecnócrataGrandes proyectos de país, como puede ser la confirmación de un modelo agroexportador sin la exigencia alguna de retenciones que desvíen su renta al sector industrial que produzca bienes con mayor Valor Agregado y consolide un modelo productivo de distribución de la riqueza (condición sine qua non para un sistema Político de distribución de la riqueza), aparecen como si fuesen dictados por el sentido común o la mera técnica. El criterio tecnócrata es casi hegemónico y para que alguien ose aludir a la cuestión agrícola debe ser un experto en el tema, tener títulos académicos, doctorados, porque sino habla por pura ideología, ya que desconoce las enormes complejidades del ciclo productivo agropecuario. Evidentemente si uno dice que habría que incentivar la inversión de empresas transnacionales, incentivar el ingreso de capital extranjero, consolidar la libertad de empresa y de mercado para que éste sea el regulador y asignador de recursos, lo llenan de laureles y celebran su sabiduría técnica en el tema a pesar de no entender un pomo sobre energía, minería, siembra de soja o sistemas de crédito. Esto elimina toda discusión Política que reflexione sobre los elementos Políticos existentes. Hoy por hoy las cuestiones estratégicas que hacen al modelo productivo y de desarrollo del país y afectan estructuralmente a las condiciones de vida de los argentinos han sido reducidas a sus componentes más simples y a ser tratadas exclusivamente por técnicos, economistas e ingenieros. Del otro lado, los discursos políticos que deberían expresar intereses contrarios a ese proyecto son justamente políticos y no Políticos por no ahondar en una crítica estructural e integral de un modelo económico de acumulación que imposibilita un modelo político de distribución. Se hace creer que la cuestión ganadera en su totalidad se basa en tal o cual método de pastoreo o que la cuestión energética pasa por un índice de exportación de crudo. Detrás de este coágulo de sentido común se puede detectar el olvido selectivo de la orientación política de toda solución técnica. El papel de la técnica es otorgar los medios idóneos para un fin dado, pero nunca puede ella misma poner ese fin. Toda solución técnica tiene por detrás una orientación política concreta. Si ud. quiere ir de Buenos Aires a Mar del Plata tiene muchos caminos: si quiere ir más rápido existe sólo un camino que le lleva más rápido que los otros, es el técnicamente más idóneo; si quiere gastar menos existe otro; si quiere viajar del modo más seguro existe otro. Pero nunca, ningún técnico puede apelar exclusivamente a la técnica para decir que es mejor: si viajar rápido, barato o seguro. Hoy en día existe una acalorada discusión sobre el tema del aborto. Muchos de los que discuten no son biólogos ni médicos, no han estudiado largos años ni poseen abundantes conocimientos sobre los procesos de gestación, clivaje del óvulo, el desarrollo del feto y otros miles de aspectos técnicos sobre el tema. Sin embargo uno toma posturas (políticas) a favor o en contra, y cada sector puede citar a favor de su posición a profesionales de igual jerarquía en el tema. Obviamente esto no es una apología a la ignorancia. Mientras más conocimientos se adquieran sobre todos los diferentes aspectos de un problema las posiciones sostenidas serán mucho más fundadas. No sólo para la argumentación y defensa de la postura propia frente a detractores, sino, y más importante, para saber que uno no está ladrándole al árbol equivocado y no estar desconectado de la realidad concreta de la cuestión (porque por más virtuoso sea uno en la contienda dialéctica, no puede demostrarle a la realidad que se equivoca). La precaución de no caer en un purismo político infructuoso debe ser permanente y la revisión crítica de las propias posturas debe ser un ejercicio intelectual constante siempre que las condiciones prácticas de la militancia así lo permitan. Por momentos se hace necesario parar la pelota, levantar la cabeza y pensar el juego.La administración y la política liliputiense por sobre la PolíticaComo ya se dijo, la valorización de los criterios tecnocráticos para referirse a los grandes temas que hacen al futuro de la Nación es directamente proporcional a la despolitización de los mismos, y la política con p minúscula es cómplice de esta situación. Esta política no hace más que alimentar otra noción que hoy goza de una insalubre fortaleza y es solidaria con la valoración de la apolítica y el crecimiento de la tecnocracia: el imperio de la administración y la gestión frente a la política que es sólo discusión contraproducente y estéril.En las elecciones a Jefe de Gobierno se mostraron todos los síntomas de este mal que aqueja a la discusión política actual. Por un lado la exaltación de la administración como apolítica, perderse en una infinidad de detalles técnicos inconsecuentes y el imperio de encono personales por sobre la estrategia de alianzas políticas que cimentó la victoria de la “administración” y la “apolítica”. Se recurrió a “propuestas” liliputienses, cuando no se recurrió directamente a la ausencia de políticas puntuales para pasar a utilizar slogans como si estuviesen vendiendo jabón en polvo o shampoo. Los candidatos a Jefe de Gobierno en un debate (que de por sí poca gente vio porque lo que hoy se discute en los bares y las plazas son los andares de los gatos anónimos de turno en un caño o una casa) discutieron horas sobre cifras, limpieza de plazas, caminos inaugurados en otros distritos, rampas para discapacitados y métodos de ADN para violadores, cuando la pregunta más interesante sería ¿para quiénes van a gobernar?, ¿los intereses de quiénes van a tener en cuenta a la hora de gobernar? El discurso de la gestión ganó caminando por la creencia, vigente en la población, en la eficiencia de ese modelo. Creencia que sólo era posible por el silencio en torno a la pregunta esencial: ¿efectivo para quien?. Las ganancias millonarias, extraordinarias y pornográficas del sector que resultó victorioso, ¿repercutieron en un mejor estilo de vida para todos los que lo votaron? Claro que no. La respuesta no puede ser otra, pero el problema es que nadie hizo la pregunta, nadie abordó el problema desde esa óptica. Los discursos políticos se centraron en atacar la integridad personal de tal o cual candidato, o a recordar tal o cual fórmula electoral de un candidato. Pero a su vez, para hacerlo, para recordar que intereses y proyectos de país defiende tal o cual candidato, para poder decir “Mauricio es Macri” con credibilidad, quien lo dice no puede ser un “político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales” como decía Brecht. Tampoco es viable convocar a luchar contra la “centro-derecha” en nombre de la “centro-izquierda” cuando fue precisamente por culpa de las mezquindades y operaciones polítiqueras dignas de un canalla que se dividió el voto entregando el distrito.Límites del discurso tecnócrata-apolítico y elementos para la reconfiguración de las identidades políticas¿Por qué el discurso de la administración y la tecnocracia apolítica es inviable? ¿Cuáles son sus problemas y limitaciones? Tarde o temprano el conflicto se desata cuando una parte de la gente quiere ir a Mar del Plata rápido y la otra quiere ir más barato. No por fuerzas fatídicas de la historia, sino porque ciertos grupos tienen intereses que van a defender y entran en conflicto con otros. Un ejemplo actual puede ilustrar la situación. Si uno decide construir torres suntuosas para unos pocos habitantes muy acaudalados y que consumen servicios públicos en la intensidad propia de un lujo que linda la vulgaridad, en lugar de viviendas de calidad baratas para que nadie tenga que padecer el frío o la ausencia de un techo, está tomando una decisión Política de enorme importancia. Cualquier resolución que se tome implica conflicto, de los intereses inmobiliarios o de los ciudadanos perjudicados. Inevitablemente cuando uno escribe “padecer el frío” se enfrenta a las limitaciones del lenguaje. Al leer esa frase intente imaginarse ir a dormir a la intemperie con los grados bajo cero del invierno, no poder conciliar el sueño, levantarse al otro día y afrontarlo ya de por sí sin haber comido bien. Ni hablar si tiene hijos. Y esto durante meses, incluso años. Haga ese intento de empatía, intente sentir el frío que usted siente en esos días y multiplíquelo por cantidades insospechables, lo mismo con la sensación de hambre, suya y de sus hijos. Después de eso intente sostener que la construcción de torres suntuosas en detrimento de viviendas populares es sentido común, administración, o criterio técnico apolítico.De lo que se trata es de consolidar una orientación política de las cuestiones estratégicas de la Nación (vivienda, comercio exterior, ferrocarriles, recursos naturales, mineros y energéticos, etc) para un desarrollo de la misma que tenga en cuenta el bienestar concreto de todos los argentinos por encima del interés de unos pocos inversionistas y beneficiarios de políticas privatistas. Una orientación que a la hora de tomar decisiones puntuales y técnicas en la administración pública de un bien social (y de derecho sociales que deben empezar a ser tratados como tales y no como mercancías) las oriente por un fin definido en función del interés de todos los ciudadanos por encima de aquellas decisiones que redunden en un mejor saldo de cuenta para unos pocos empresarios. Quizás acá es donde pueda volver a tener hoy sentido y significado la antinomia izquierda – derecha. Buscar un discurso y una estrategia de construcción y acumulación Política que consolide una alternativa superadora en torno a acuerdos programáticos sobre esas 4 o 5 cuestiones estructurales que determinan el desarrollo estratégico de una nación. Hoy por hoy, como decía Alejandro Olmos “o se está al servicio de los intereses de la patria contra las empresas extranjeras o al servicio de las empresas extranjeras contra los intereses de la patria”. Sin embargo, esta antinomia no es algo que se conjure artificialmente en función de una coyuntura actual, o una necesidad puramente táctico - discursiva para consolidar una alternativa político - electoral. Un discurso político que no tenga anclaje en la realidad es como construir en la arena, es fraseología e ideología en la más peyorativa de las acepciones. Sartre solía decir que “las palabras hacen estragos cuando encuentran un nombre para lo que hasta entonces ha vivido innominado”. Las palabras tienen esa efectividad brutalmente decisiva cuando se vinculan a esa experiencia cotidiana, a la realidad práctica vivida por los sujetos, por las personas de carne y hueso. Un discurso político debe articular una solución política a la miseria y un diagnostico político de sus causas, no sólo al nivel del imaginario, sino también con conciencia de lo que real y objetivamente condiciona en gran medida la vida de la mayoría de los argentinos. Esta antinomia que en estas líneas se intenta reconstruir recorre la historia de la Argentina moderna, incluso hasta en las decisiones de hoy en día más cotidianas y aparentemente contingentes e inocentes. Esta es la antinomia que hoy debería dividir aguas y en torno a la cual deberían cohesionarse las identidades políticas. Si se usan los vocablos puntuales “izquierda” y “derecha”, o se dejan de lado reemplazados por otros no importa. Esta es una cuestión de semántica de la cual si se hace un fetiche y no le se asigna su justo lugar, es perniciosamente improductiva. La orientación política de los recursos estratégicos de la Nación nos toca a todos y cada uno, y hasta en los puntos más cotidianos de nuestras vidas. El resto son cuestiones circunstanciales manejadas por pequeña politiquería contingente que sólo busca acumular poder personal o partidario, o en el mejor de los casos se trata luchas encomiables con las que existe fuerte solidaridad y hasta aporte de capacidad militante, pero que pueden ser integradas sin alterar el orden de cosas vigente. El juicio y castigo a los responsables del Proceso hace a la integridad y a la conciencia de un pueblo, pero debemos aceptar que pueden coexistir un país con todos ellos presos y que siga habiendo hambre, pobreza y exclusión.Breve historia del brillante acuerdo de vender el azúcar y comprar los caramelosLa palmaria orientación política de las decisiones y de los proyectos de país que las enmarcan se hace manifiesta cuando uno recorre la historia de la Argentina moderna. En las primeras décadas del siglo XX, el primer presidente electo democráticamente Yrigoyen lideró un gobierno que con todas sus debilidades y limitaciones transfería recursos a los sectores populares urbanos y a la clase trabajadora en detrimento del universo de intereses de las clases dominantes habituales. Contra él estaba la Asociación Nacional del Trabajo, la Sociedad Rural Argentina, la Liga Patriótica responsable por el primer pogromo de judíos y trabajadores en nuestra historia. Junto a las grandes petroleras llevaron a cabo el golpe de Estado del 30. Luego esos sectores dominaron el país a través del “fraude patriótico” y aceleraron el proceso de industrialización sólo cuando la crisis del 30 y la realidad se les impuso, pero aún así lo acomodaron a sus intereses y lo llevaron adelante en sus términos, subordinado al dominio del capital inglés. Ese gobierno cae por otro golpe de Estado cuyas facciones internas luego emprendieron un conflicto donde salió favorecido el sector que terminó beneficiando al trabajador industrial urbano y al trabajador rural pobre, el peón. Bajo este gobierno los sectores mayoritarios y más empobrecidos de la población argentina alcanzaron beneficios económicos y sociales como nunca antes en su historia, poniendo en ejercicio la ciudadanía social que les había sido vedada hasta entonces (como también la política luego del 30). Hacia el final este gobierno también tuvo que subsumir sus Políticas a ciertas imposiciones de la realidad estructural. Los ciclos stop and go de la industrialización por sustitución de importaciones argentina hicieron que se deba dar una vuelta al campo, para obtener divisas (que se agotaban al incentivar la industrialización) y así poder dar el salto cualitativo a la segunda etapa de industrialización para comenzar a producir bienes de consumo intermedios y bienes de capital. Para esto también se benefició el ingreso de capitales extranjeros y se otorgaron ciertos beneficios a petroleras extranjeras y privadas para lograr el autoabastecimiento (los recursos energéticos son un insumo de la industria fundamental y su importación a la vez exigía una fuga de divisas). La necesidad de esta “apertura” es problemática y ha generado mucho debate. Seguramente era el camino más fácil y rápido, no el único, pero se trataba de una necesidad estructural. Este gobierno, de un modo bastante similar al anterior, fue derrocado por un golpe de Estado, previo bombardeo de áreas civiles asesinado a cientos, que nuevamente prohibió a la mayoría de la población que ejerciese sus derechos políticos y detuvo a 30 mil presos políticos, de los cuales a varios fusiló y/o torturó. Detrás estaban sectores similares a los del 30El nuevo gobierno de facto y el ulterior gobierno civil tuvieron que recurrir a políticas de represión (Frondizi con el plan CONINTES - Conmoción Interna del Estado que posibilitaba al Ejército hacerse cargo del conflicto social y realizar los juicios pertinentes) para llevar adelante su proyecto de país. En este marco Político se llevó adelante la eliminación de la organización sindical para imponer la “racionalización” de la producción, el ingreso de capitales extranjeros, la privatización de importantes sectores y el ingreso de la industria automotriz extranjera en detrimento de los trenes (nacionalizados durante el último gobierno electo democráticamente) en el marco del Plan Larkin, donde las compañías estadounidenses y el FMI daban créditos para pagar los despidos que producía la “racionalización” de los ferrocarriles “inútiles”. Es pertinente destacar que los ferrocarriles son infinitamente más económicos que los automóviles y que además daban vida a miles de pueblos del interior donde estaban sus estaciones y permitían el contacto entre ellos, cumpliendo además una función social de acuerdo a otro tipo de racionalidad. Este modelo seguía la necesidad (técnica) impuesta por la situación estructural de la ISI de comenzar a producir bienes de consumo intermedios, pero le ponía un especial acento (Político) al producir bienes de consumo suntuoso y no de consumo masivo, mediante un proceso productivo de acumulación y no distributivo. El presidente Illia le imprimió un sentido contrario, y se enfocó en bienes de consumo populares, canceló los contratos petroleros, se enfrentó a las compañías farmacéuticas y fue derrocado por la dictadura de Onganía. Con este presidente de facto se vuelve a un camino similar al de Frondizi. El ministro de Aramburu, Frondizi y Guido, Alvaro Alsogaray, sería embajador en EEUU, y otros nombres reconocidos como Krieger Vasena y Alemann influían decisivamente en la política económica de Frondizi. El gobierno civil que llegó después, tras 17 años de proscripción, dictaduras, militancia, sangre, plomo, la mayoría de la población argentina podía ejercer su ciudadanía política y expresar su voluntad en favor de un gobierno que logró en esos años que la distribución funcional de la renta (es decir cómo se reparte la torta) sea de un 50% para los que trabajan. Éste es un buen indicador para seguir la coincidencia entre proyectos de país y Política (que hoy en día no se calcula). Otros son los ferrocarriles, un trasporte económico y de fácil acceso para los sectores populares. Nacionalizados, con mayor empleo y extendidos durante Perón, reducidos (o racionalizados) durante Frondizi, vueltos a extender (aunque minoritariamente) durante Illia, para encontrar su muerte final con Videla (que en un gesto técnico envidiable levantó las vías en sentido contrario, cosa de que los rieles levantados no podían ser trasportados desde las terminales hasta las fundidoras) y privatizados durante Menem. A partir de lo que se autodenominó Proceso de Reorganización Nacional el acento no es puesto en bienes de consumo suntuoso o masivos, sino que se impuso la desindustrialización lisa y llana del aparato productivo del país. Se apostó por un modelo de acumulación financiero - especulativo y no productivo (consolidado durante el menemismo) que implicaba la desindustrialización y primarización de sus exportaciones, es decir volver a hacer a la Argentina un país esencialmente agroexportador y con fuerte presencia de capitales extranjeros y empresas privadas. Casualmente este mismo gobierno para aplicar este plan recurrió a viejas técnicas. Quizás se deba a una gran coincidencia que se deba recurrir a dictaduras, robos, corrupción, presos políticos, detenciones ilegales, torturas, fusilamientos, negación del derecho a voto, centros clandestinos de detención y exterminio, para aplicar ciertos criterios técnico-económicos para elegir un modelo de desarrollo en detrimento de otro. Luego de este amedrentamiento político (y el económico que generó la hiperinflación por obra y gracia de los sectores especulativos que ahora tenían el poder) pudieron imponerse a rajatabla los planes neoliberales durante el gobierno de Menem, Cavallo y Dromi. Con este fin se generó una fuerte política de hostigamiento a las empresas públicas para hacerle creer a la población que eran altamente deficientes e inoperantes (es decir, había que “racionalizarlas”). El caso más ilustrativo de este cambio de modelo es YPF y la política de hidrocarburos, no sólo por su valor simbólico, sino por si influencia objetiva y real en ese proceso de cambio. Una de las primeras cosas que hizo el gobierno de Menem fue redactar los 3 decretos que desregulan la industria de hidrocarburos y ponen en jaque la situación de YPF (fuertemente endeudada adrede por Martínez de Hoz para sostener su política cambiaria). Los hidrocarburos pasan de ser un insumo estratégico de la industria para pasar a ser una commodity exportable, igual que el trigo o las vacas. No solo se eliminó toda la integración con todas las otras industrias existentes (refinerías, fábricas de maquinarias extractoras, etc), retroalimetando la primarización de la producción y exportación nacionales, sino que también desapareció la función social de las empresas estatales. Al entregar la renta petrolera a empresas privadas se pierden importantísimos recursos (en 2006 fue de 13 mil millones de dólares) que antes se destinaban a la industria, escuelas, hospitales, etc. (existían grandes pueblos petroleros, donde YPF financiaba hasta cines y almacenes). A su vez, el sector de hidrocarburos recibió la mitad de los famosos capitales que ingresaban durante los noventa en IED (inversión extranjera directa), que sólo se utilizaban en extraer el petróleo, ya encontrado por YPF que hizo las inversiones exploratorias de riesgo, a un ritmo predatorio para fugar el petróleo crudo y los dólares que se obtenían de esas exportaciones (hoy el autoabastecimiento esta en jaque ya que fugaron casi todo lo que extrajeron dejando reservas para solamente 8 años). De hecho, la exportación de crudo superó en muchos años a los productos agropecuarios. Con lo cual Argentina en los 90 era un país agrominero exportador.La Política contra la políticaHabiendo pasado revista a este pasado inmediato y no tanto, se muestran los límites de la supuesta “apolítica” de la técnica y la administración. Ahora, esta historia también pretende dar pautas para consolidar una alternativa superadora a la situación actual, que supere las mezquindades que son fuertes limitaciones para esa tarea. Esta historia es la de la gran antinomia que siempre dividió aguas en la realidad argentina y en torno a la cual deberían definirse hoy las identidades políticas. No en la mezquindad estéril de construir en torno a una sigla, una bandera, arreglos partidarios o pactos furtivos y canallas. Tampoco es significativo construir esa identidad y alternativa a partir de viejos modelos que hoy bien pueden resultar obsoletos o en torno a parafernalia y fraseología de los 70. Esos intentos resultan estériles si no se acompañan de un análisis certero de lo que realmente condiciona las posibilidades del país de crecer e integrando a los sectores que hoy son brutal y criminalmente excluidos. Si bien es cierto que es del pasado de donde se extraen las experiencias y los símbolos bajo los cuales hoy se lleva a cabo la lucha, que no puede hacerse con tablas, datos y libros, muy distinto es hacer historiografía fútil. Hoy ser de izquierda no puede basarse en reivindicar a tal o cual movimiento, tal o cual consigna vacía, o peor, tal o cual personaje, si esas reivindicaciones no están en sintonía con las problemáticas reales de la actualidad. Apropiarse de un par de frases y conocer algunas anécdotas sirven para charlar con amigos en una mesa de bar, no para construir un movimiento político con la capacidad de incidir sobre la realidad. El criterio para definirse políticamente no puede ser puramente nominal, sino nominal-práctico. Los nombres, las palabras, resultan engañosas cuando se las separa de las conductas reales. La identidad política debe ser la expresión simbólica de una conducta concreta. El Movimiento Peronista tenía una sabia consigna: primero está la Patria, después el Movimiento y por último los hombres. Habiendo pasado resumen a la historia reciente de la Argentina, queda claro a que Patria concreta y real se refieren estas líneas, así como las de Alejandro Olmos. Nuestro deber no es para con hombres o movimientos, sino para con el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo todo. No para que poco vivan mejor, sino que todos vivan bien.Haber sido un luchador probado en el pasado, y haber padecido las miles de ignominiosas barbaridades que éstos sufrieron no es condición suficiente para aceptar que hoy se esté a favor de esa causa. Haber luchado por el bien de la patria hace 30 años no garantiza que hoy se estén defendiendo las causas e intereses que la actualidad exige que se defiendan. Tomemos el caso de un luchador comprobado, Julio Cesar Urien. En el retorno de Perón al país, él junto a un grupo de oficiales organizaron un levantamiento en la ESMA. Más tarde se integró a Montoneros y se encargó del entrenamiento militar de los combatientes de lo que fue la organización armada de guerrilla urbana más grande que haya conocido nuestra América. Pasó por casi todas las cárceles argentinas y porta el sello de calidad garantizada que estampa el enemigo al perseguir y atacar sin descanso a los que defienden los intereses de los más. Sin embargo, la credencial de montonero no es suficiente. Hoy por hoy es presidente de Astilleros Río Santiago y lleva adelante un proceso de privatización encubierta mediante tercerización de muchas de las funciones ARS cediéndolas a Techint y Beltrame. Hoy 4 mil millones de dólares se gastan en condición de pagos a fletes, una cuestión fundamental en un país agro-minero exportador. No existe ley alguna que exija que al menos la mitad de esa carga se lleve en barcos nacionales. La marina mercante argentina es un recurso estratégico que debería recuperarse (en 4 años podría estar lista según gente de ARS) y orientarse en beneficio de todos argentinos, no entregarse a empresas privadas que orientan su actividad en función de sus intereses particulares. ARS resistió las privatizaciones de Dromi y Menem y hoy tiene que resistirlas nuevamente. Es una de las fábricas más grandes de Latinoamérica y bajo una administración pública, que está en condiciones de producir bienes con un importante Valor Agregado. Hoy fabrica barcos petroleros de 56 millones de dólares para Venezuela, cuando si las petroleras argentinas estuviesen bajo administración pública y explotasen la plataforma submarina con inversiones exploratorias de riesgo (que las empresas privadas nunca hicieron) podrían estar produciendo plataformas offshore de mil millones de dólares. La diferencia en cuentas nacionales, en cantidad de dinero que se obtiene para ser utilizado en servicio del pueblo argentino en escuelas, hospitales, viviendas, es inmensa. Sin embargo, un luchador comprobado de ayer, hoy apuesta a reducir las posibilidades de este proyecto y aumentar las ganancias de dos empresas privadas. Ni imaginarse aquellos que sólo ahora aprovechan para definirse nominalmente como “montoneros”. Bajo el gobierno actual se votó la Ley Corta que transfiere las reservas a las provincias, las que no están en condiciones de negociar con las empresas petroleras transnacionales. Así este año se prorrogó sin licitación el principal yacimiento argentino (Cerro Dragón) a la Pan American Energy, que es la British Betroleum y su socia local Bridas, por 40 años más, como hizo De La Rua con el yacimiento de gas Loma La Lata. Amén de los logros enormes hechos en otros campos, en lo que respecta a los recursos estratégicos de la Nación, el modelo impuesto durante el Proceso y consolidado con Menem continúa. En este sentido, la antinomia entre centro izquierda y centro derecha, que hoy se intenta imponer forzosamente al aconsejar “no hacerle el juego a la derecha”, no es real. El modelo que ha nacido “sudando sangre y lodo por todos sus poros” en el 76 y consolidado a partir del 89 hoy se ha desarrollado hasta mostrar todos sus límites y sus vilezas. Desde la perspectiva del bienestar del pueblo todo, ha fracasado rotundamente. Cuando se comparan los paupérrimos servicios actuales, las condiciones de vida, la esperanza y la dignidad de amplios sectores de la población con las promesas hechas desde el 66 con Krieger Vasena, en el 76 con Martinez de Hoz y en 1990 con Dromi y Cavallo hoy es harto evidente que resultaron ser mentiras monumentales. Las ideas actuales que hoy gozan de legitimidad y credibilidad no son más que actualizaciones de aquellas viejas mentiras insultantes. ¿Qué otra prueba es necesaria luego de que la banca privada le robase y fugase los ahorros de los argentinos? Luego del corralito del 2001 ¿cómo puede confiarse en esa misma banca privada extranjera en detrimento de una eventual nacionalización de los depósitos bancarios?. La historia indica que en ciertas ocasiones los capitales extranjeros son necesarios. Esto no es un panfleto purista contra los capitales extranjeros, mucho menos una oda a los nacionales, pero favorecer a los capitales para la descapitalización del país es criar cuervos para que nos arranquen los ojos. Los recursos estratégicos de la Nación no pueden ser manejados por extranjeros y en función de sus intereses, pero tampoco por unos pocos empresarios “nacionales” en función de sus intereses meramente particulares (que casi siempre coinciden con los extranjeros). Los ferrocarriles, el comercio exterior, la banca, los recursos naturales y energéticos no pueden ser extranjeros ni privados, deben y pueden ser nacionales, pero más importante: públicos. Existe otro modelo: una administración pública moderna y eficaz, con control del gobierno, los propios trabajadores y los usuarios, ya que nadie tiene más interés que éstos dos últimos en que la empresa funcione propiamente ni mayor experiencia concreta en como llevarlo a cabo. Sabiamente la población considera necesario controlar al Poder Ejecutivo cada cuatro años sometiéndolo al voto popular y aún así no le permite más de 4 años en el cargo, mientras se entregan concesiones y licitaciones sin control público alguno por plazos de hasta 40 años. Ahora, el control de los recursos estratégicos de la Nación por parte del Pueblo, requiere de éste un nivel de participación y movilización mucho mayor que el que se utiliza cada 4 años para controlar al Poder Ejecutivo. Hoy por hoy, pareciera ser que el enemigo más inmediato a derrotar (más allá de los grandes y eternos enemigos estratégicos) emergió en el 76 y se consolidó en el 89, el “analfabeto político”. El otro, el mediato y estratégico, es el de siempre y el que nos mancomuna. Como decía el Che en “Mensaje a los argentinos”: "Todo es parte de una sola lucha; y es verdad cuando el imperialismo nos llama con un denominador común. Porque aun cuando las ideologías cambien, aun cuando uno se reconociera comunista, o socialista, o peronista, o cualquier otra ideología política en determinado país, solamente caben dos posiciones en la historia: o se esta a favor de los monopolios o se este en contra de los monopolios. Y a todas los que estén en contra de los monopolios, a todos ellos, se les puede aplicar un denominador común. En esto los norteamericanos tienen razón."Todos los que luchamos por liberación de nuestros pueblos, luchamos al mismo tiempo, aunque a veces no lo sepamos, por el aniquilamiento del imperialismo; y todos somos aliados, aunque a veces no lo sepamos, aunque dividamos nuestras propias fuerzas por querellas internas, aunque a veces por discusiones estériles dejamos de hacer el frente necesario para luchar contra el imperialismo; pero todos los que luchamos honestamente por la liberación de nuestras respectivas patrias, somos enemigos directos del imperialismo".http://libertadnoduerme.blogspot.com/2007/08/el-tole-tole-en-la-poltica-dimes-y.html

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